El desenlace de la segunda crisis del Aquarius ha permitido visualizar la atención de Emmanuel Macron y Angela Merkel a la relación y diálogo con los presidentes de Gobierno de España y de Portugal, Pedro Sánchez y Antonio Costa, y el rol estratégico de Malta.
Especialmente para Angela Merkel, al frente de la coalición GroKo en Alemania, es una satisfacción personal observar cómo la relación política de António Costa con Pedro Sánchez es tan excelente como la vivida en la etapa de Mariano Rajoy. Para la canciller de Alemania y el presidente de Francia, la agenda inmediata de la Unión Europea se halla bajo el foco de la migración, asunto complejo en todas sus lecturas.
Especialmente Angela Merkel no desea ningún tipo de protagonismo, ni tampoco de choque con ningún país de la Unión Europea. Sabe bien además que la relación con España es compleja y delicada en estos momentos por las tensiones vividas en torno a Carles Puigdemont, residente de nuevo en Bruselas tras vivir en Berlín. De ahí que para Alemania, el desenlace de la segunda crisis en torno al Aquarius apunte al camino impulsado y defendido de soluciones en el marco de la Unión. Y de un rol muy activo, pero siempre discreto, de la Comisión Europea.
Seis países de la Unión Europea llegaron al pacto de acoger a los 141 inmigrantes rescatados del Aquarius, además de las personas que estarían en distintas embarcaciones cercanas a Malta. España recibirá a 60 migrantes. Según la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, se trasladarán en su mayor parte a Cataluña.
La canciller de Alemania cree, y es opinión compartida por el presidente de Francia, que el vuelco político en Italia aconseja una estrecha alianza novedosa en la Unión entree Berlín, París, Madrid, Lisboa y La Valeta. Al excluirse Italia de soluciones constructivas ante el complejo desafío migratorio, el rol operativo de Malta es decisivo.
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