Martes 2 de julio de trepidación política con nueva cumbre extraordinaria del Consejo Europeo, el arranque de la legislatura del Parlamento Europeo y la conversación desde Bruselas de Pedro Sánchez con la presidenta del Congreso de los Diputados.
Meritxell Batet anunció que el debate de investidura se celebrará los próximos 22 y 23 de julio. Atención a que Pedro Sánchez no tiene por el momento los apoyos para ser elegido. Necesita mayoría absoluta en la primera votación, 176 diputados (de los 350). O mayoría simple en la segunda que se realizaría el jueves 25.
De nuevo el ajedrez salvaje del gurú de La Moncloa se ha impuesto. Si fracasan las votaciones, el órdago de nuevas elecciones el 10 de noviembre. El Rey no desea innestabilidad política ni falta de entendimiento. Lo ha subrayado en sus mensajes más importantes. Si no hay investidura, los empresarios advierten de daños para la economía y de menor peso de España en Europa.
Si hubiera nuevas elecciones, sería la cuarta vez que se acude a votar en unas generales en cuatro años. Un escenario a la italiana pero con españoles como ha subrayado con ironía y gravedad Felipe González. Atención a las sorpresas.
A su regreso de Bruselas, Pedro Sánchez realizará sus primeras consultas con todos los nudos desatados -a excepción de la Comunidad de Madrid-. La Moncloa no quiere una foto con el líder de la extrema derecha, Santiago Abascal, ni con el dirigente independentista poretarra Arnaldo Otegi. Pero tampoco desea abrir en canal una negociación de luces largas.
Pedro Sánchez insiste en el sudoku de un Gobierno de coalición con Unidas Podemos sin pisar el Consejo de Ministros (123 el PSOE + 42 Podemos), a 11 de la mayoría absoluta. Si no tiene el apoyo cerrado de Pablo Iglesias no puede construir su coalición. La otra vía, el pacto con la derecha, Partido Popular, y el centro, Ciudadanos, nunca lo ha contemplado. Llegan esta vez los órgagos finales.
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