Este website utiliza cookies propias y de terceros. Alguna de estas cookies sirven para realizar analíticas de visitas, otras para gestionar la publicidad y otras son necesarias para el correcto funcionamiento del sitio. Si continúa navegando o pulsa en aceptar, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra Política de cookies?
Síguenos
Sábado, 6 de marzo de 2021. Madrid: 12:05 h
  • FAQ Enlaces
hechosdehoy.com

Síguenos:  Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter RSS

  Buscar
HOME INTERNACIONAL ESPAÑA ECONOMÍA CIENCIA Y TECNOLOGÍA ESPECTÁCULOS DEPORTES SALUD
Suscríbete gratis
EDITORIALES  COMUNIDAD DE BLOGUEROS  RADAR LATINO   COMUNICACIÓN  TENDENCIAS Y ESTILO  GENTE Y TV  GALERÍA DE IMÁGENES
Especiales Tecnología  Redes   |   Tecnología personal   Especiales Ocio y Cultura  Viajes   |   Videojuegos   |   Madrid-Toledo-Barcelona + AVE
Especiales Salud  Innovación farmacéutica   |   Investigación médica   |   Psicología   |   Los retos del Alzheimer
Especiales Enfoques  Empresas y negocios   |   Golf   |   Recetas   |   Relatos
  Comunidad de blogueros

Leer es más importante que escribir, ya lo decía William Faulkner

No sé escribir sin leer. Para poder decir algo, primero tengo que fijarme en las palabras de los otros. Necesito un nuevo plan de lectura para acabar con la sequía interna.

INSUSTITUIBLE
Camilo Venegas / Actualizado 12 septiembre 2015 Ampliar el textoReducir el textoImprimir este artículoCorregir este artículoEnviar a un amigo
fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo
Poder compartir este espacio con Freddy Ginebra, mi padre dominicano, es una verdadera fortuna. Pero la obligación de tener que decir algo los sábados que él hace silencio, ha acabado convirtiéndose en una angustiosa responsabilidad.
 
Hace unos días una señora me abordó en cuanto pagaba en el supermercado. “¿Tú eres el que escribe cuando Freddy no puede?”, me preguntó inquisitiva. “¿Cómo lo supo?”, fue lo único que se me ocurrió decirle. “Adió, porque leí su nombre en la tarjeta de crédito”, su tono parecía reclamarme que no la subestimara.
 
“A mi nieta le gustan sus cosas, pero a mí no —soltó sin reparos—. Es que no pareces ser un hombre tan feliz como Freddy”. “Doña, en el planeta Tierra no existe un hombre más feliz que Freddy” —su crisis de honestidad me obligó a ser también lo más honesto posible.
 
Sonrió y, con una de las expresiones más amables que he visto en mi vida, me puso la mano en el hombro, como si tratara de consolarme. “Ay, ombe, eso es así”. Se tomó un tiempo para inspeccionar las cosas que llevaba en el carrito. Cuando llegó a las dos botellas de Brugal Extra Viejo levantó la vista: “Ya veo que tiene los mismos gustos que Freddy”.
 
“Es mi padre —fue lo único que se me ocurrió responderle—, trato de imitarlo en todo… aun cuanto sepa que nunca llegaré a ser tan feliz como él”. Olvidé mencionar a su esposo, quien permaneció en silencio junto a nosotros. De vez en cuando, solo de vez en cuando, me ofrecía un gesto compasivo.
“Dígame una cosa —por fin se decidió a intervenir—, a mi nieta también le gusta escribir. ¿Qué consejo usted le daría?”.
 
“El mismo que le daría Freddy —llegados a este punto, primero me cuidé de quedar bien con su esposa—, que lea”.
“¿Cómo así?”, preguntó ella. “Ya nos tenemos que ir”, dijo el esposo empujando su carrito. “No, no, no, espérame, quiero que primero me responda eso”, insistió ella. “Leer es más importante que escribir —le respondí a él, pero ella me tocó en el hombro para reclamar mi atención—. Yo podría dejar de escribir ahora mismo, pero sería incapaz de dejar de leer”.
 
Entonces caí en cuenta de que en los dos últimos meses apenas había escrito. Cuando traté de encontrar las razones, se lo achaqué al calor del verano, a la mudanza de El Bohío y a los inconvenientes con la compañía de comunicaciones, que aún no ha sido capaz de trasladarnos el Internet.
 
Pero al final me di cuenta que la verdadera razón es que en las últimas semanas tampoco he tenido tiempo para leer. No sé escribir sin leer. Para poder decir algo, primero tengo que fijarme en las palabras de los otros. Este fin de semana reorganizaré los libreros. Estoy seguro de que ese será un trabajo muy productivo, porque me recompensará con un nuevo plan de lectura. Solo entonces podré ponerle fin a mi sequía interna, que en estos momentos es tan aguda como la que sufre el territorio nacional.
 
Para que la señora dejara de mirarme con cara de desconfianza, le cité a al escritor que más he leído en mi vida. “Una vez William Faulkner le advirtió a sus alumnos que es necesario que todos escribieran. ‘Pero es imprescindible que sean grandes lectores —les dijo—. Nada sustituye lo que nos da la lectura’”.
 
El esposo la tomó del brazo y la invitó amablemente a despedirse. Una vez más me ofreció un gesto compasivo. “Puede que tú y el tal Faulkner tengan razón, pero la felicidad es aún más importante que la lectura, así que imite a su padre también en eso y no se angustie tanto en sus escritos”, soltó mientras se alejaba.
 
No tuve tiempo de responderle, así que lo hago ahora: Pocas cosas me hacen más feliz que un buen libro. No les pregunté sus nombres, pero ellos saben. Desde aquí les doy las gracias por salvarme de la angustia de este sábado, solo de este.


(Escrito para la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos)

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Linkedin Enviar a un amigo RSS

Volver arribaVolver arriba


 Comentarios

Recuerde que las sugerencias pueden ser importantes para otros lectores.
Comentar
Comentario
Título (obligatorio)
Nombre (obligatorio)
E-mail (obligatorio)
Por favor rellene el siguiente campo con las letras y números que aparecen en la imagen inferior
     
Acepto la cláusula de privacidad
Normas de uso:

Esta es la opinión de los internautas, no de HechosdeHoy.com

No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes (tanto españolas como internacionales) o que sean injuriantes.

Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tono y de tema.
Noticias relacionadas:

La historia de Craig Morrison en "Still mine" y la chica del call center

Santo Domingo, la ciudad invisible de Homero y Maurice

Ángel Santiesteban y las mandarrias contra los rostros de bronce

La destrucción de las ruinas de San Francisco en Santo Domingo

Pistas en la red:

Más posts interesantes de Camilo Venegas

Publicidad
Publicidad
Camilo Venegas
El Fogonero
INDIGNACIÓN

Cuba, el país que se niega a vivir

EN LA HABANA

"Pare… que llegó el Bárbaro", el "Abbey Road" cubano

Publicidad
Publicidad
Publicidad
Lo más Leído

El Desafío se despide con apnea de Gemma y martillo de Santiago Segura

ROMPIÓ A LLORAR

La emoción de Paolo Futre por el elogio y respeto del alcalde de Madrid

ENCUESTA DEL CIS

Los más jóvenes, los que más han llorado por la pandemia maldita

Publicidad
Lo más compartido


DUELO ÉPICO

El Principito fue decisivo con Piqué, y Braithwaite el héroe del FC Barcelona



MOMENTOS ESTELARES

Día de la Obesidad, Verstappen, François Fillon, Kapuscinski

Síguenos Síguenos en tu Smartphone Síguenos en Twitter Síguenos en Facebook
Blogs on fire
MOMENTOS ESTELARES

Día de la Logopedia, Clara Lago, Julio Bocca, y García Márquez

AL HORNO

Lomo de cerdo al estilo de la Toscana, con setas y mozzarella

EL COCHE ELÉCTRICO

Acuerdo de Iberdrola y Seat para la primera fábrica de baterías

HH Visual Las imágenes más vistas Lo más leído Los últimos blogs
Archivo general
MARZO 2021
Cuba, el país que se niega a vivir
FEBRERO 2021
"Pare… que llegó el Bárbaro", el "Abbey Road" cubano
Fania All Star se sigue reagrupando con la muerte de Johnny Pacheco
Gracias, Señor Jonrón, Pedro José "Cheíto" Rodríguez
Volver para siempre con Chick Corea
Para ir a Paradero de Camarones tomo los caminos de John Ford
Entrevista a Lázaro Horta, el último piano man cubano
"Ya Cuba no existe", dijo antes de mirar la pantalla de tv sin señal
...ver posts de otros meses
 
Publicidad
© 2021 Media, Marketing & Web S.L. Publicación controlada por Google Analytics Publicidad  |  Aviso Legal  |  Política de privacidad  |  Política de cookies