En el peor momento y en las circunstancias más oscuras. En Bruselas se sabe, pero no se dice, que Pedro Sánchez mantiene oculto el verdadero motivo de un giro copernicano en el Magreb que nunca debió acometer con secretismo y total soledad.
En cuestión tan compleja y delicada debió debatir este asunto de forma abierta, buscando todo los apoyos en su país, y sus vecinos inmediatos (Portugal e Italia) y tratando de asentar una posición común y respaldada por la Unión Europea y Estados Unidos.
Nada de eso acometió Pedro Sánchez cuyo prestigio e influencia está cuarteado en el Consejo Europeo. Esta crisis ha desnudado su fragilidad. Si Argelia corta el suministro del gas y da el portazo a empresas e inversiones, nada podrá hacer la Comisión Europea. Sánchez abrió la puerta de Rabat, sin explicarlo, y cerró de un portazo la de Argel provocando y humillando. Nadie se explica por qué antes acogió en secreto al líder del Frente Polisario en una política exterior de volantazos, errores y desprecios.
La Comisión Europea ve lógicamente muy preocupante la decisión de Argelia de congelar sus relaciones comerciales y políticas con España. Pero ha sido una respuesta de hartazgo a un brusco cambio de posición del presidente sobre el Sáhara Occidental.
Pero esta crisis sólo se puede solucionar a través del diálogo y la diplomacia. Y Argelia ya ha señalado que no considera interlocutor a quien es un "temerario socialista".
Obviamente la Comisión Europea no tiene nada que objetar a que otros países como Italia haya ocupado rápidamente las posiciones comerciales y económicas de las que la crisis diplomática ha expulsado a España.
No es un secreto, y se habla de ello en los cuarteles generales de la Unión Europea y la OTAN, que existe una extrema frialdad en la relación de Joe Biden con Pedro Sánchez, el jefe de la única coalición de socialistas con comunistas y anticapitalistas en Europa.
En Bruselas se observa con atención el momento de fragilidad de la coalición de Pedro Sánchez. Hay incógnitas sobre su futuro político. Y se sigue con atención una campaña electoral crucial en la comunidad autónoma de España con más población.
Por último se anota en Bruselas que Sánchez está pagando haber apartado al Rey de todo protagonismo, de haber recortado al máximo su agenda exterior. Y, sobre todo, de no haber utilizado el prestigio de la Corona y el Rey para haber sentado unas relaciones políticas y económicas equilibradas con todo el Magreb (Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania).
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