Estuve en el lado oscuro y estoy de regreso. Sobreviví al COVID gracias a un gran médico dominicano y a los milagros de los que es capaz mi Cucha, quien convirtió nuestra habitación en una sala de cuidados intensivos.
También cambió el butacón de la esquina por un pequeño escritorio. A pesar de la gravedad y gracias al exceso de soledad, terminé de escribir "Atlántida".
Fueron tres semanas de encierro en unos pocos metros
cuadrados, a solas con el libro que siempre he querido escribir, con las 6 temporadas de "Los Sopranos" y un carrito en el que llegaban la comida y los medicamentos.
Un día creí que ya no me levantaría más. Escribí el final de la novela y busqué esa escena donde Tony Soprano se empieza a comer unos aros de cebolla y todo se va a negro.
Vistos esos días con unas horas de distancia, tengo muchísimos más recuerdos buenos que malos. Ya dije que mi Cucha es milagrosa.