Desde el comienzo del verano ha regresado a mi Club la costumbre de celebrar las victorias con Martini. Haber vuelto a esta marca, no significa exactamente que haya recuperado en su integridad el modo excelso de beberla.
Estos días, estamos un buen grupo familiar, como tantas veces, en las Islas Caimán. Esto facilita el recuerdo de aquellas tardes familiares en la casa solariega bebiendo el clásico coctel Dry Martini. No se equivoquen: no todo el mundo sabe confeccionar el tradicional combinado. De hecho, muy pocos saben siquiera describirlo. Sólo si tienen alicatado estómago o un almax a mano podrán digerir la pestilente definición que del Dry Martini ofrece la digital enciclopedia Wikipedia. Se la transcribo, no sin antes advertir que su contenido puede herir los espíritus sensibles. Dice así:
“Es un de los cócteles más conocidos, compuesto de ginebra con un chorro de vermú. Suele servirse en copa de cóctel, adornado con una Aceituna cruzada”. (La letra negrita es mía).
Aunque yo lo prefiero sin aceituna para evitar contaminarlo, lo que está absolutamente fuera de los cánones del bartending es incrustar en el elegante Martini - como hace la foto que acompaña la definición de Wikipedia - una aceituna rellena de pimiento morrón cuya rojez insulta al iris y arrasa el paladar.
Y lo de “chorro de vermú” (sic) es una calamidad propia de esta época extravagante. A la ginebra del Dry Martini no hay que añadirle casi nada de vermú: bastan a los sumo dos gotitas o, si ya son expertos, como Ernest Hemingway, hacer la proporción de 15 a 1; él llamaba “Montgomery” al combinado en recuerdo del general inglés que nunca entraba en combate si sus fuerzas no eran quince veces superiores a las de ejercito enemigo.
.-Y ¿todo esto del Martini – me pregunta mi prima Margarita – qué tiene que ver con el golf?
.- Todo, querida, todo – le contesto dando un sorbo a mi brebaje -: si gana el Barclays Championship un hispanoparlante me tomo un Martini a su salud.
.- Y ¿si no? – me interpela burlona.
.- Me ofende tú duda, excelsa prima.
Lo cierto es que en la última jornada que se jugaba en el Plainfield Country Club de Edison (Nueva Jersey) algunos astros que todavía orbitaban por el recorrido, parecían haberse puesto las pilas y no dejaban resquicio para los peor clasificados en la lista de la FedEx Cup.
Mientras, Camilo Villegas y Carlos Ortiz perdían posiciones a la velocidad de un avión herido en un ala. En la primera vuelta, el colombiano hizo bogey a los hoyos 1, 6 y 7. El solitario birdie del hoyo 2 era una tirita usada en la hemorragia de golpes de su tarjeta. Por ello, puso otra tirita – otro birdie – en el hoyo 8. Terminó los primeros nueve hoyos +1 y puesto 88 de la FedEx: ¡ohú: qué peligro!
El mexicano, en un alarde de compañerismo continental, cometió cuádruple bogey – 8 golpes - en el hoyo 1. Debería haberse pedido “Mulligan”, es decir repetir la salida y pelillos a la mar. ¡Qué difícil es remontar después de haber dado cinco golpes a sólo 18 metros del hoyo, tres de ellos en el rough pegado al hoyo! Todavía, antes de finalizar los primeros nueve, regaló otro par de bogeys al campo en los hoyos 8 y 9.
Como en el Ritz-Carlton Grand Cayman dan de cenar a la hora de merendar, Margarita y yo nos unimos a la tropa familiar abandonando el celestial horizonte geográfico del mar del Caribe y el infernal horizonte golfístico del colombiano y del mexicano. Nada hay terrible en un juego que no pueda dulcificar un “Local Yellow Tail Snapper Sour Orange Sauce” con un vino de California.
A la vuelta nos enganchamos otra vez al Barclays Championship, sólo para ver que Carlos Ortiz, había recortado dos de los seis golpes que llevaba de más. Terminó +4 en el día, -3 en total y puesto 83 en la FedEx Cup. Se salvó del león con sólo arañazos en el cuerpo y, por tanto, lo veremos en el BMW Championship.
Lo de Camilo Villegas es de película. De película de miedo. Hizo +3 en el día, para acabar -2 y - ¡¡atención!! – puesto 99 de la Fedex Cup cuyo cupo para pasar al siguiente torneo es, como sabemos, 100. Y es que en golf hay un enemigo peor que un león: la propia mente diciéndote a la hora de golpear: “muchacho: te la estás jugando”. Pero bien está lo que bien acaba, y pasa a la siguiente ronda.
-. Margarita – le digo.
.- ¿Qué?
.- ¿Admitimos australiano como jugador hispanohablante?
.- ¡Jajajajaja! – se ríe con la risa más hermosa de toda Seven Miles Beach – lo dices por Jason Day, ¿No?
.- Pozí: como tiene antecesores filipinos y los españoles gobernamos las Islas Filipinas hasta 1898, seguro que habla español.
.- Primo, tienes más cara que espalda. ¿Cómo ha quedado?
.- Jason Day ha ganado con una vuelta sin errores y ocho birdies: -8 en el día, -19 en el total y nuevo nº 1 de la Fedex Cup. Así que ¡Waiter a Dry Martini, please!
.- Pues, cuidado primo: ¿tú sabes lo qué dijo Humphrey Bogart en su lecho de muerte?
.- No, desgraciadamente no pude asistirle en tan trágico trance.
.- Dijo “No debí cambiar del Scotch a los Martinis”.
.- Nada, como es Jason Day me tomo el Martini; si fuera Jason Night sería un Gin-tonic.