Como es sabido, antes de encontrar alojamiento de inquilina en el 1600 de Pennsylvania Avenue, Michelle Obama vivía en Chicago, a orillas de las mismas aguas que bañan el Wishtling Straits. Y de esta primera dama norteamericana es la siguiente reflexión: “El ejercicio es muy importante para mí; es terapéutico. Así que si alguna vez me siento tensa, estresada o estoy a punto de tener un colapso, enciendo mi iPod y voy de cabeza al gimnasio o salgo a dar una vuelta en bicicleta a lo largo del Lago Michigan con las chicas”.
O sea, muy parecido a los jugadores de golf que han pasado el corte: ellos no van a dar una sola vuelta a lo largo del Lago Michigan, sino cuatro; y el motivo no es que estén estresados y quieran relajarse, sino que salen a competir. Y no van por el campo con sus hijas, sino a lo más con su caddie. Tampoco escuchan música desde su iPod, sino, como mucho, los silbidos del aire para intentar calibrar qué palo y con que dirección jugar.
Esto es lo que vimos en el comienzo de la tercera jornada del PGA Championship, donde los mejor clasificados tiraron enseguida de profesionalidad y arrancaron con buenos resultados.
El partido estelar lo compartían dos australianos: Matt Jones que había empezado el día con -11 y Jason Day que lo hacía con -9. Pero por ahí andaban al acecho estrellas rutilantes como Jordan Spieth, Justin Rose y David Lingmerth, y otras apariciones menos previsibles como el indio Anirban Lahiri o el estadounidense Tony Finau.
El que andaba desaparecido, missing, sumergido, invisible para la pizarra era el único español que había pasado el corte. Sergio García (+2), aunque exhibía en su recorrido final tres birdies y un bogey, lucía, malheuresement borrones oscurísimos: dos bogeys y 3 dobles bogeys. Terminó sin opciones. Por cierto que le vimos que volvía al grip clásico con el putt. ¡Cuándo estabilizará este elemento tan sensible del juego!... Misterio del Lago Michigan.
En el extremo opuesto se situaba la trayectoria de Boo Weekly que con 65 golpes era en aquel momento el mejor resultado del día, que le llevaba a un total de -6 y un ascenso de 48 puestos en la pizarra.
Y en la cúspide se movía alegre en su juego, sensato en sus pensamientos tácticos y asentado en sus definiciones de golpes un Mr. Jones que no tenía nada que ver con aquel otro Mr. Jones (Richard Gere, 1993) de la película del mismo nombre, que llevado de su severo padecimiento de trastorno bipolar era internado en un psiquiátrico después de haberse subido a un tejado creyéndose un avión.
No; Matt Jones es del tipo de jugador que disfruta en el juego, haciendo bien las cosas normales en su trabajo: su trabajo es hacer pocos golpes jugando al golf. Y él se estaba dedicando precisamente a hacer eso: nada estridente, nada demasiado espectacular, y casi todo eficaz. Es como esas señoritas que te encuentras al otro lado de la mesa de algunos establecimientos (recepciones de hoteles, ferreterías, agencias de alquiler de coches o despachos de abogados) que saben hacer su tarea, sin darse importancia, pero sin falsa humildad, con gran resolución y eficacia.
Son gente que no se lían y que no dejan que les líen. En mi familia sólo mi bella prima Margarita responde al perfil. Dele usted un paquete de acciones, unos miles de dólares de esos que todos tenemos y no sabemos en qué invertir, y en menos que salta un mosquito, se lo ha colocado en un producto de esos que dan muchos intereses y no incrementan la factura fiscal: le veneran sus amigos, no sólo por sus encantos, y le temen sus banqueros.
Sí fue algo llamativo el hoyo 9 de Matt Jones, pero lo hizo como si ese fuera su modo habitual de entrenamiento, un segundo golpe desde el interior de la carpa de hospitalidad. Luego continuó con la normalidad, alternado pares y bogeys para terminar -10.
Arriba del todo lo que dominaba era la determinación de los grandes entre los grandes del golf:
La mejor vuelta – 64 golpe - fue para Branden Grace, que terminó 3º empatado con el siguiente.
Justin Rose cometió sólo un doble bogey en el hoyo 4 y luego su espigueo de siete birdies y el bogey del hoyo 18 le dejó 3º empatado, con -12.
Jordan Spieth hizo una vuelta de -7 con siete birdies – seis de ellos en segunda vuelta y tres seguidos en los tres últimos hoyos –, todo ello sin errores, para quedar 2º con -13.
Y, el héroe , de nuevo, fue Jason Day que con su fuerza mental superó los malos momentos con golpes tan certeros técnicamente como inspirados.
Y el domingo, un buen partido estelar entre el joven norteamericano y este atleta australiano.