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fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo Los conflictos sociales, morales y familiares fueron los protagonistas de la última jornada, la penúltima antes del palmarés y clausura del próximo sábado, dentro de la 59 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
La primera que destacó en la lista de películas europeas fue la del realizador húngaro Bence Miklauzic. Parkoló es el nombre de la tragicomedia "que se puede interpretar en clave social", aunque esa no fue su primera intención, tal y como explicó. Como escenario solo tuvo que tener a mano un aparcamiento público, descubierto y habilitado en un solar del centro urbano de Budapest.
En la cinta, existe la idead la idea de que "los listos son los que triunfan y el resto se tiene que buscar la vida como pueda", ha explicado Miklauzic, al término de la proyección, durante una comparecencia ante los medios informativos de un festival donde ya concursó en 2010, dentro de la sección Punto de Encuentro, con Los hijos del dragón verde.
Hay que destacar que el aparcamiento es el único recinto con algo de vida de un antiguo legionario que lo regenta, hasta que un hombre de negocios que hace uso del mismo se empeña en complicar la situación al tratar de estacionar su Ford Mustang en un lugar prohibido dentro del solar.
"El Gobierno de Hungría ha favorecido en los últimos años la idea de que los ricos, la clases más pudientes, han conseguido esa situación por sus propios méritos" matizó el realizador. Ambos protagonistas mantiene un duelo con sabor a western que el propio realizador no ha negado.
Por su parte, Turquía, país invitado en esta 59 Seminci de Valladolid, también participó en la sección oficial con Kuzu de Kutlug Ataman, una fábula cinematográfica que cuenta con un mensaje claro que el director quiere trasladar. Ataman relata los apuros de una familia de escasos recursos para hacer frente a la tradicional fiesta que deben brindar a la comunidad los deudos de los hijos que son circuncidados.
Importante también fue la llegada de la directora danesa Pernille Fischer Christensen que se llevó grandes aplausos con Alguien a quien amar, un drama familiar en el que la música, los paisajes y los gestos, captados con primeros planos, juegan un papel protagonista.
En ella, Thomas Jacob, interpretado por Mikael Persbrandt, es un afamado autor y cantautor que vuelve desde Los Ángeles hasta Dinamarca para grabar un nuevo disco con Molly, su productora y amiga de siempre, y Kate, su manager; instalado en una casona en el campo, nada más bajar del avión recibe un mensaje de su hija Julie, con quien queda a su pesar para tomar café un día.
Sin ningún vínculo existente, ambos se encuentran para que su hija le pida dinero, una vez más, argumentado un cambio de apartamento que le ha conllevado muchos gastos. Pero es un delatador sangrado de nariz el que apunta a una adicción a la cocaína. En el transcurso de los ensayos y preparación de los temas del nuevo trabajo Thomas recibe una segunda vista de Julie, quien le deja en casa a su hijo Noa, aprendiz de guitarrista.
Su hija no le da oportunidad de negarse así que Thomas acoge en su casa al pequeño Noa, a quien cuenta con sincera crudeza la realidad de su madre y a quien ayuda con la guitarra mientras, poco a poco, tienen que ir aceptando el suicidio de Julie.
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