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Ana Romaz / Actualizado 15 noviembre 2013 |
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fjrigjwwe9r1_articulos_ant2015:cuerpo Cuando tenemos a nuestro cargo a un enfermo de Alzheimer, y más si cabe cuando es un ser muy cercano y querido, el cuidador puede llegar a sentirse muy extenuado. Unimos a los cuidados cotidianos imprescindibles la sobrecarga emocional que supone ir asistiendo al deterioro de nuestro familiar.
Esto, si no sabemos gestionar bien las ayudas externas, nos puede llevar a tomar la decisión de ingresar a nuestro paciente en un centro especializado, mucho antes de lo que sería necesario. En realidad, el enfermo forma parte de un sistema familiar y, un manejo adecuado de sus posibles problemas de conducta y de humor pueden tener un efecto importante en el bienestar de toda la familia.
Desde estas páginas hemos recordado a menudo la importancia de que el cuidador se cuide, mantener su salud y resistencia es fundamental para él y para el enfermo. En otras ocasiones hemos trabajado sobre las diferentes conductas y actitudes que logran este efecto positivo.
En esta ocasión el objetivo es difundir el conocimiento de las posibilidades existentes de ayuda exterior.
Grupos de Apoyo
En todas las asociaciones de enfermos de Alzheimer, y en mi caso en AFA-Alicante, existen grupos de familiares y cuidadores que constituyen un espacio seguro donde compartir sentimientos, encontrar apoyo emocional, y hablar con gente que puede entender por lo que se está pasando.
La experiencia personal me hizo cambiar en su momento de punto de vista. Yo no era muy proclive a “contar mis asuntos en público”, pero escuchar las vivencias de otros tuvo un efecto positivo para mi y mi familia. Hay estudios que demuestran que la participación en un grupo de apoyo puede llegar a retrasar el ingreso del paciente en un centro geriátrico hasta mas de un año.
Servicio de descanso
Muchas asociaciones de Alzheimer disponen de plazas residenciales de descanso, para estancias variables en su duración. Utilizando esta posibilidad el cuidador puede disponer desde unas horas a días o semanas para recuperarse.
Centro de Día
Esta opción nos permite disponer, en estadios no muy graves de la enfermedad, de unas horas diarias en las que podemos hacer nuestra vida “normal”: trabajar, atender a nuestra familia, gestiones... todo aquello que no podríamos hacer con el paciente a nuestro lado.
Por otra parte, y no menos importante, es que el tiempo que nuestro familiar pasa en el Centro de Día está trabajando sus capacidades. A través de numerosas actividades pautadas y diseñadas por especialistas se refuerza todo aquello que el paciente conserva y se trata de limitar el progreso de la pérdida de habilidades.
Entrenamiento
Asistir a los cursos que periódicamente se organizan, participar en foros y conferencias especializadas nos dará unos recursos frente a la situación, tanto en lo que se refiere a la atención y cuidado del enfermo, como en lo relativo a la gestión de nuestras propias emociones y reacciones.
El conocimiento de la Enfermedad de Alzheimer, su progreso, las fases que iremos viviendo y el final previsible, nos ayudará a minimizar la frustración, la depresión, la irritabilidad o el enojo, dándonos recursos para afrontar con serenidad y el menor daño emocional posible el proceso del Alzheimer en nuestro familiar o persona a nuestro cuidado.
Ingreso en un centro
Esta es la última opción deseable, aunque la mayor parte de las veces inevitable. Llegado un punto de deterioro la necesidad de cuidados e instalaciones especializadas se impone. Es importante vivir este momento sin sentimiento de culpa, sin angustia ni miedo, y para ello contamos con la ayuda de los servicios de psicólogos que nos brindan las asociaciones.
Cuanto mejor esta el cuidador mejor estará el paciente, esa es la realidad que debemos de asumir y tratar de conseguir para brindar a nuestro familiar la mejor atención posible.
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